En relación con lo trascendente.

Dios es un misterio. Muchos dicen creer en Él, pero viven como si no fuera así. Otros niegan su existencia, pero sus vidas llenas de amor y apoyo solidario son una expresión de la presencia de Dios. Otros creen en Dios "a su manera". Muy light; sin compromisos reales, olvidando que, desde cualquier culto, el mandamiento mayor de Dios es el amor. "Ama y haz lo que quieras", dice San Agustín. Porque quien es capaz de amar, no podrá nunca hacer daño a otro ser humano o a otra cosa creada y, además, se verá impulsado a ser solidario con quienes le rodean. 
En el tema de la autoestima y familia sólida, la figura de lo trascendente, de un ser superior que acompaña y cuida, no está lejos de la realidad. La creencia en Dios ha dado base y  fundamentado los valores, la moral y la ética en todas las sociedades y culturas. 
El problema en las sociedades occidentales es que hemos alejado a Dios de la vida diaria. Lo hemos limitado al ámbito de "lo sagrado", al templo, al cumplimiento de ritos que muchas veces no impactan en el diario vivir. ¿Quién es el responsable de esta situación? Cada persona toma la decisión de asumir una vida de fe manifestada en obras claras y concretas; o ser un creyente mediocre de la fe que dice profesar.
Los verdaderos creyentes descubrimos a Dios como un ser superior que nos aprecia, que nos da dignidad y nos ama. ¿Cómo no sentirse bien cuando ese mismo ser nos trata como hijos, elevándonos a la dignidad de "hijos de Dios"?

• ¿Cuál es su experiencia en relación con ese ser supremo? ¿Es usted creyente?